Aprendiendo a enseñar

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jueves, 12 de mayo de 2016

Mamá, papá, ¡Al año que viene quiero volver!




Mamá, papá, ¡Al año que viene quiero volver!
Puede que sea la frase más repetida por los niños a la vuelta de un campamento. Seguido de todas las anécdotas y cosas divertidas que han pasado durante una semana con un montón de amigos nuevos. Y los padres piensan felices lo mucho que se han divertido sus hijos. Como si divertirse fuera lo que más han hecho. No y no. Lo que más han hecho ha sido aprender, aprender y aprender, aunque ellos no sean conscientes de ello.
Porque estoy segura de que, quizás no se acuerden de las clases de matemáticas de hace dos meses, pero si recuerdan esa pegadiza canción que cantaba en el campamento sobre las partes del cuerpo.

Eso es lo bueno de los campamentos, que los niños disfrutan, ríen, pasan tiempo con niños que quizás no conocen, y sobre todo sin darse la más mínima cuenta han aprendido.
¿Y que hacen que los campamentos sean tan educativos sin llegar a ser una escuela reglada?
La educación no formal.
Y os preguntareis, ¿Que es la educación no formal?
Es la forma de educar que se lleva a cabo lejos del ámbito escolar y no esta sujeta a un sistema reglado.

¿Cómo empezó esta forma de educar?
De la mano de autores como Rousseau o Montaigne, los cuales defendieron nuevos métodos de educación como el excursionismo y las salidas al aire libre.

Ejemplos de este tipo de educación no son solo los campamentos. También están las clases de danza, las de fútbol, la natación, las clases de pintura, los idiomas.

Esta educación no formal ha sido nuestro tema elegido para realizar un trabajo de investigación, del cual hemos elaborado el siguiente póster.







Referencias Bibliográficas: 
  • Mª Mar del Pozo Andrés (Coord.) 2009: Teorías e instituciones contemporáneas de educación. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid, págs. 377-390


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